La inteligencia artificial redefine la manera en que se planifica, produce y comercializa en la agroindustria. No se trata únicamente de ahorrar costos, sino de redefinir la eficiencia y convertir la información en ventaja competitiva.
Para los tomadores de decisión, el reto no está en si deben adoptar IA, sino en cuándo y cómo hacerlo estratégicamente, garantizando retorno económico y sostenibilidad operativa.
En países en vías de desarrollo, esta tecnología representa una oportunidad histórica para cerrar brechas productivas, mejorar la seguridad alimentaria y posicionarse en los mercados internacionales con productos de mayor calidad, trazabilidad y rentabilidad.